sábado, 23 de junio de 2012

Mitos y Leyendas De Los Guarayos



El guarayo que se fue a vivir con los seres acuáticos
sirena (akaya´a)
Cuentan los guarayos que bajo las aguas de la laguna de Yaguarú vivían unos seres  de piel blanca y cabellos crespos rubios y con escamas como peces en la parte inferior de su cuerpo, que provocaron la desaparición de varios pescadores. Un día, uno de los hombres perdidos salió del agua y contó que vivió con los “acayaha” o “akaya’a”, en la profundidad de la laguna, donde tienen sus casas. Los seres extraños le habían dado el poder de respirar bajo el agua. Habían transcurrido varios años desde su partida de la vida real, pero a él le parecía que sólo había pasado un día. Además, el hombre no había envejecido, pero al no encontrar a sus familiares se dio cuenta de que no había valido la pena retornar a su mundo, y no podía acostumbrarse a la nueva vida de su etnia. Por ello, decidió regresar al mundo de las profundidades, donde no había sufrimiento y el tiempo no transcurría. Y en presencia de los aldeanos se metió bajo el agua. Hoy, cuando se pierde una persona en la laguna de Yaguarú, los guarayos dicen que se la llevaron los “acahaya” o “akaya’ a” (sirena).
 
La casa que se volvió caparazón
Susana Masai cuenta que antes todos los animales tenían el don del habla, y entre ellos el más tímido era la tortuga. Un día que la lluvia llegó al pueblo, los animales se trasladaron a otro lugar para no ahogarse, menos la tortuga, que no quiso abandonar su “blanda” casa. No quería dejarla nunca. Ante esto, “Jesús el divino” hizo un milagro y la ayudó a cargar su vivienda en la espalda y llevarla en medio del agua. El viaje de la tortuga a la población donde estaban sus compañeros tardó días y semanas, y con el pasar del tiempo su casa se volvió dura y se transformó en caparazón. “Por eso está acostumbrada a llevar un peso grande”.
 
El tigre quiere comerse a la luna

Los guarayos antiguos temían al tigre. Por ello, cuando se producía un eclipse de luna, y ante la consternación que el fenómeno natural les producía, creían que el felino intentaba comerse al satélite de la Tierra. Ante el evento, el jefe de la tribu ordenaba a sus seguidores a lanzar flechas incendiadas al cielo y a golpear todo lo que estaba a su alcance para ahuyentar al tigre y salvar a la luna. Cuando el eclipse comenzaba a disiparse, ellos creían que era porque el felino se retiraba de a poco, acobardado por el bullicio armado por los indígenas. Esta costumbre se mantiene viva, y se repitió en Ascensión de   los eclipses de 1975 y 1996.
  Imagenes tomadas de google imágenes
Extraído del documento "Guarayos: Historia y Mitos" por Miguel E. Gómez Balboa


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